Hace un tiempo me pidieron que recuperara el jardín de una antigua torre en una colonia industrial. La vivienda del propietario, el ‘amo’ como se decía en aquellos tiempos, pertenecía a la familia Rusiñol, la del conocido pintor. Cuando su padre murió, su hermano se dedicó al negocio familiar y él, afortunadamente para todos, continuó con el arte. La torre se llama Cau Faluga, y es ahora un restaurante. Sin perder los jardines originales, debía aportar un nuevo valor que enlazara con tan ilustre apellido.
El paseo de plátanos de Rusiñol
Rusiñol ya paseaba por la Colonia, y buscaba en su mente cómo acentuar el valor de aquel paisaje. En su obra ‘Fulles de tardor’, el protagonismo lo otorga a las hojas caídas de una alineación de plátanos a lo largo de un paseo que discurre paralelo a la fábrica y al río Ter. Lo sorprendente es que, a pesar de que el lugar es muy reconocible gracias a la permanencia de la orilla del río y de las montañas cercanas, hay dos elementos fantasmas, dos elementos fruto de la imaginación del artista. En el cuadro, el pintor eliminó la fábrica y, en la realidad, jamás existió el paseo de plátanos. Interesante como Santiago Rusiñol nos apuntó como debería ser la realidad o al menos su realidad ideal.
Los colores y la luz de otoño son un reclamo para los pintores
Son muchos los pintores que han recogido en sus cuadros momentos de la naturaleza o paisajes atractivos acabándolos de magnificar o de perfeccionar y esto nos hace reflexionar sobre la riqueza de la naturaleza y sobre los valores de nuestro entorno.
El otoño es una estación que desde un punto de vista artístico puede inspirar también por encima de las otras. Sus numerosos colores, las sucesiones de tonalidades que acontecen, los cambios de luz, las variaciones que nos ofrece la meteorología son un reto de la naturaleza al que los artistas no pueden resistirse.
Para celebrar el otoño y su riqueza colorista, aparte de Rusiñol, me gustaría proponer algunas obras de pintores y pintoras para los que éste sirve de inspiración:
▷ Claude Monet:
Primero citaré al impresionista Claude Monet, que supo captar de manera muy atractiva un paseo de plátanos en un entorno rural. En su cuadro ‘Camino a la Granja de Saint Simeon’ podemos admirar los ocres de las hojas todavía sin caer y las luces y sombras de lo que podría ser una tarde de otoño en un entorno francés muy rural.
▷ Vincent Van Gogh:
De Van Gogh, me quedo con el único cuadro que se dice que vendió en vida, y que imagino que no a un gran precio: ‘El viñedo rojo’. El pintor recoge un grupo de mujeres vendimiando al caer la tarde después de un intenso día de calor. Es muy sugerente ver el rojo de las hojas en las viñas y el amarillo que éstas presentan en otoño. Todos los colores resaltan, acompañan o complementan a un rojo que lo envuelve todo.
▷ Giuseppe Arcimboldo:
Quiero citar ‘Otoño’ de otro pintor, que actualmente se está divulgando como virtuoso manierista del siglo XVI, a partir de sus ocurrentes y curiosas obras: Giuseppe Arcimboldo. En esta obra propone el perfil de la cara de un hombre a partir de productos de la huerta o plantas silvestres recogidas en esta estación: setas, calabazas, higos, uvas, nueces, zanahorias, castañas, manzanas, granadas…Todas exquisitamente colocadas conforman la famosa cara del señor otoño.
▷ Joaquín Sorolla:
Sorolla, el pintor de la luz, también tiene piezas muy interesantes relacionadas con el otoño y los jardines. En 1907 pinta ‘Otoño. La Granja’, en los palacios que el rey tenía en esta localidad de Castilla. Los árboles señalan el cambio a esta estación y dejan ver por encima las montañas de Segovia, las nubes y nieblas que acompañan la atmosfera de este lugar de climatología tan saludable para las gentes de la época.
▷ Gustav Klimt:
Continúo con una obra que, como idea ha inspirado muchas fotografías y murales que seguramente hemos visto en color o en blanco y negro en salas de espera y en salones actuales. Se trata de el ‘Bosque de abedules en otoño’ que Gustav Klimt pintó en 1903. Recoge un conjunto de troncos de estos árboles con su blanca corteza y sus negros nudos. No hay referencia al cielo, ni a la luz del día, pero los colores amarillos, ocres y marrones de las hojas caídas, nos señalan inequívocamente que es una estampa de otoño.
▷ Georgia O'Keeffe:
Para acabar os propongo la obra de Georgia O’Keeffe ‘Hojas de otoño’ de 1924 para cerrar el círculo. En este caso, la pintora las dibuja aumentando la escala para perder de vista la contextualización y centrarnos en el detalle de cómo la naturaleza combina sus colores de una manera tan sutil y maravillosa.
El otoño, esplendor y no solamente estación de paso
Ahora nos parece normal e inspirador hacer una fotografía o pintar un cuadro del paisaje, pero tenemos que saber que en Europa el paisaje se comienza a valorar y a definirse como tal a partir de los cuadros y pinturas de los artistas holandeses del siglo XVII. Solo a partir de entonces se convierte en un género autónomo y la sociedad comienza a fijarse y a valorar la naturaleza que inspira estas pinturas. El otoño, pues, con sus mil y un matices de color, con su singularidad y belleza, se convierte desde entonces, y con todo el derecho, en la estación más pictórica, más artística. ¡Salgamos a visitarla, a disfrutarla!
Manel Vicente Espliguero
Paisajista