¡Feliz Navidad a todos!
Cuando preparo este artículo todavía estamos preparando la llegada del Niño Dios. Mi intención es compartir una serie de consejos o reflexiones que, desde la jardinería o el paisajismo, nos pueden facilitar este tiempo de espera y, por qué no, estar alegres durante estos días de celebraciones, de la mano de la naturaleza.
Lo primero y más importante: comparte, y comparte naturaleza. ¿Y cómo hacerlo? Prepara y vive una buena excursión con los tuyos. Tenemos unos cuantos días por delante y puedes dedicar alguno a alejarte de la gran ciudad y de su asfalto y a dejarte abrazar por la naturaleza.
Compartir naturaleza es… Coronar una cima con tus amigos
Algunos sois fans de las altas cumbres. Para vosotros, os recomiendo hacer un buen pico, bien preparados, en grupo reducido o con más compañía. Sin irnos muy lejos, son maravillosos un Puigmal, un Pic de l’Infern, un Posets, un Aneto, la Pica d’Estats… Sabéis bien que llegar arriba es un premio personalizado, pues quien corona lo hace gracias a su propio esfuerzo, y mientras se recupera el aliento, uno se detiene ante el espectáculo de grandeza y serenidad que se abre a nuestros ojos, que paga con creces las penalidades sufridas. Son momentos mágicos de comunicación directa entre uno y la creación. No es de extrañar que haya montañeros que lo den todo en sus luchas por coronar las más altas montañas y que luego no puedan bajar. Edurne Pasaban lo contó en su descenso del Kangchenjunga, estaba tan extenuada que incluso pidió a sus compañeros que la dejaran allí.
Compartir naturaleza es… Recorrer senderos de montaña en familia
Los hay que preferirán el senderismo entre caminos de media o baja montaña, disfrutando de la vegetación y las imponentes estructuras de los grandes árboles, los abetos, pinos, hayas, robles, encinas, castaños, olmos… Son especies que llegadas a centenarias cautivan nuestra admiración. Los colores de la naturaleza de estos días son maravillosos, nos transportan a un mundo de ocres, rojos, naranjas y amarillos que siempre nos sorprenden. Os animo, por ejemplo, a visitar el Montseny y sus picos, la Sierra de Sant Gervàs, la Torreta de Cadí, Rocallarga, La Garrotxa, el Pallars Sobirà o el Ripollès, porque todos estos lugares nos ofrecen enormes posibilidades. Entre los grandes caminadores de la historia y amantes de la naturaleza, tenemos a Henry David Thoreau, filósofo y escritor del siglo XIX que entre sus pensamientos ecológicos y acerca de la simplicidad de la vida se le atribuye esta máxima metafórica: ‘Cada roble comenzó como un par de bellotas que se mantuvieron firmes’.
Compartir naturaleza es… Disfrutar de paseos marítimos en pareja
Otros seguramente seréis más amigos de paseos cercanos al mar. Sea un día soleado o nublado, los caminos o paseos marítimos, salteados de miradores, atalayas o balcones al mar, son espectaculares ¿Quién no se ha quedado largos minutos embelesado mirando el ir y venir del oleaje? Lo inabarcable del mar y su abombado horizonte nos hipnotizan. A veces observando esta curva me pregunto si no era una buena razón para negar que la tierra era plana. Sentados en una playa, dejaos calentar por el sol de diciembre y cerrando los ojos, permitid que el sonido de las olas os adormezca. Detened el tiempo, dejad la mente en blanco, respirad… Y descansad. Si el tiempo y el lugar lo permite, un baño a primeros de enero puede servir de pistoletazo de salida para un nuevo año, y según qué playas, ni siquiera hace falta ser temerario. Cadaqués, Cap de Creus, Penya Tallada en Salou, Palamós, Tamarit, Aiguablava, Hospitalet de l’Infant, Sitges y Sant Feliu de Guíxols, son algunos de aquellos lugares en los que la naturaleza nos enamora. Como anécdota decir que en la ermita de esta última localidad hay una piedra que recuerda que fue Ferrán Agulló, periodista, poeta y político, quien acuñó el término ‘Costa Brava’ para las costas más norteñas de nuestro Mediterráneo.
Compartir naturaleza es… Adentrarnos en un parque al mediodía en solitario
Nos puede relajar pasear por la mañana o al mediodía por uno de esos parques históricos que tenemos en nuestras grandes ciudades, los cuales muchos son fruto de donaciones de la realeza o de la aristocracia de siglos anteriores. El parc del Laberint, el Turó Park, el botánico de Marimurtra, Santa Clotilde, Parc Samà… Si nos fijamos bien, veremos cómo bajan las ardillas de los pinos, o como los gorriones se arremolinan entre las palomas para robar migas de pan. Si nos detenemos, observaremos cómo evolucionan los cisnes o las carpas en uno de sus lagos. Durante esos instantes, viviremos el presente, y no pensaremos en el pasado o en las mil y una posibilidades que nos puede deparar el futuro.
Compartir naturaleza es… Avistar aves con un grupo de expertos
Se entiende en este sentido lo que puede llenar a muchos la práctica del avistamiento de aves. Disfrutan contemplando y reconociendo las diferentes especies que se recogen en los parques naturales como el de los Aiguamolls de l’Empordà o del Delta del Ebre. Este último tiene más de 350 especies ornitológicas diferentes y fue declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera en el 2013 por su riqueza paisajística, sus ecosistemas y el acierto en la gestión y conservación de la biodiversidad.
Caminares conscientes, atentos con los cinco sentidos
Desde Japón nos está llegando la costumbre de pasear por bosques dotados de árboles de cierta entidad, ellos lo llaman ‘Shinrin Yoku’. Se trata de estar presente en estos lugares con los cinco sentidos y dejarse penetrar por los aromas, los sonidos y las vistas de este entorno natural. Hay que perderse, olvidar las prisas que durante los días de trabajo nos empujan a desarrollar una frenética actividad. Caminad por aquellas grandes alfombras de fronda caída y dejaos envolver por el sonido de miles y miles de hojas que devuelven a la tierra lo que ésta les prestó a las plantas durante la primavera. Reflexionad en el ingente esfuerzo de renovación y crecimiento que se inicia cuando acaba el invierno.
Caminares conscientes, atentos al ciclo de la naturaleza
Los ciclos de la naturaleza en los que los minerales, el agua, la energía se renuevan, me han llamado siempre la atención. ¿Cómo es posible que cada temporada de otoño millones y millones de células mueran y otras tantas nazcan en primavera? ¿Cómo se conserva esta chispa de vida en los materiales dormidos? Puedo apuntar que hay semillas latentes que no despiertan hasta que se dan las condiciones necesarias y que, a veces, pueden pasar años sin que esto pase. Me gusta ver que en la naturaleza todo tiene su tiempo, su ritmo, que todo es callado y constante. Son milagros ocultos, que pasan desapercibidos por nuestra ceguera urbana y tecnológica, en los que se premia la fecundidad por encima de la eficacia o la productividad, muy al contrario de lo que pasa en nuestra frenética y ruidosa sociedad.
Como podéis ver, propongo la naturaleza para ralentizar nuestras actividades, para resituarnos en nuestro entorno, para relativizar nuestro mundo de prisas y autoexigencias, para conectar con otros compartiendo experiencias sencillas y relajantes. Para redescubrir y gozar de sus bellezas calladas y gratuitas, para descansar en ella y enriquecernos, y una vez desintoxicados o apaciguados, regalar lo mejor de nosotros mismos en estos días de fiestas y celebraciones lejos de la queja y desde el agradecimiento.
¡Que tengamos todos una feliz Navidad y un 2023 lleno de alegrías compartidas de la mano de la naturaleza!
Manel Vicente Espliguero
Paisajista


