Los universos escondidos en la pequeña oquedad de un árbol

En la oquedad de un árbol

¿Habéis observado que en algunos árboles se encuentran algunos elementos anómalos como madera muerta o seca, antiguas heridas o cavidades, o curiosas deformaciones tumorales?

Estas anomalías son muy propias de los árboles centenarios que podemos encontrar en bosques viejos o en jardines históricos. Forman parte de la historia del árbol, caracterizan y dan personalidad a estos gigantes que debemos conservar, pues se han convertido en huellas o hitos del pasado al que, a través de su presencia, nos podemos asomar.

Mi intención es que valoremos también lo que a ojos de urbanitas nos pudieran parecer elementos degradados o descuidados en la naturaleza y que debemos saber gestionar para no perder la riqueza que contienen o significan.

  Las cavidades y oquedades de los árboles, túneles hacia aventuras mágicas Empiezo el repaso por prestar atención a las cavidades existentes en los troncos o ramas de árboles ancianos. Los especialistas hablan de ellas como un tipo de dendro-microhábitat. Con este concepto se refieren a mini entornos dotados de unas condiciones muy especiales y singulares que son aprovechados por determinadas especies para el desarrollo de su ciclo vital, y que se convierten en refugio, lugar de reproducción, escondrijo para la hibernación o lugar en el que encuentran su alimentación.     

Este micromundo es tan especial, que las condiciones que ofrecen son muy particulares y, por tanto, los seres que viven allí son muy vulnerables. Las condiciones pueden ser distintas en función del tamaño de las oquedades, de la forma y de su posición en el árbol, del estado de descomposición de la madera, de la exposición al sol, etc.

Además, debemos saber que los dendro-microhábitats representan situaciones transitorias o temporales y, por tanto,  la supervivencia de determinadas especies o su existencia en un bosque va a depender de la frecuencia y repetición de estas situaciones. 

  Escondidos en estas cavidades transitorias, determinadas especies se esfuerzan por sobrevivir, así que la tala de árboles viejos o sus partes menos estéticas, son una amenaza

Por eso, la intervención humana en los bosques y en los jardines históricos acabará influyendo en estos seres y, en consecuencia, en la biodiversidad del lugar. Recuerdo que era un tema que nos explicó hace años Zully Zurheide, la directora de mantenimiento de Central Park en Nueva York.

Zully nos decía que, según que zonas, los árboles caídos no se eliminaban, sino que se dejaban para que siguieran su curso natural. Mi mentalidad europea y recién salida de la Universidad se sorprendió con esta manera de trabajar en un parque público donde se busca el control y la seguridad, pero con los años, he entendido perfectamente el porqué.

  ¿Habéis observado los siete tipos de elementos anómalos en los árboles?

Los técnicos especialistas en biodiversidad como Céline Emberger que trabaja en el Centre de la Propriété Forestière y Laurent Larrieu del Institut National de la Recherche Agronomique de Toulouse, nos hablan de 47 posibles microhábitats diferentes clasificados en 7 tipos y 15 grupos: 

Como tipos tenemos los siguientes 

  1. Estructuras epifitas: plantas, musgos y líquenes que viven sobre los árboles, también los nidos y los micro suelos en altura
  2. Las cavidades
  3. Las exudaciones de resina o de savia
  4. La madera muerta en ramas
  5. Los cuerpos fructíferos de hongos de la madera
  6. Las heridas y su madera expuesta al aire
  7. Las deformaciones o excrecencias, causadas por la reacción del árbol frente la presencia de virus, bacterias y hongos.
  Observando año a año el proceso de descomposición de la madera muerta

Es interesante saber que la madera muerta se descompone en un proceso de cinco etapas. La primera ocurre durante el primer año desde que esta muere. Está muy dura y presenta muy poca actividad o alteración, la corteza continua en su sitio.

La segunda fase comienza cuando vemos las primeras alteraciones en forma de pequeñas grietas longitudinales y que la corteza se comienza a separar.

La tercera se inicia cuando la superficie de la madera se ha vuelto blanda, un cuchillo penetra uno o varios centímetros. La madera en esta fase no ha perdido su volumen.

En la cuarta fase el cuchillo penetra hasta el mango en algunos lugares. La corteza prácticamente ya ha desaparecido. El volumen de la madera se está reduciendo.

En la quinta fase la madera ya ha perdido su estructura y se deshace fácilmente con las manos.  Cada fase tiene sus condiciones y sus organismos dependientes.

  Adentrándonos en un microhábitat repleto de vida: el nido de un pájaro carpintero

Por poner un ejemplo para entender la complejidad de estos microhábitats cito un nido de pájaro carpintero. Estos pájaros picotean árboles en los que detectan madera descompuesta por hongos xilófagos (en robles y encinas es muy habitual encontrar Phellinus robustus, que en la cultura popular llamamos yesqueros).

Es importante para estos pájaros detectar este estado de la madera, pues así lo tienen más fácil para construir su agujero. Estos hongos xilófagos no llegan por casualidad, sus esporas deben superar la corteza y entrar dentro del árbol.

Esto se consigue porque en las patas de los escarabajos o en su espalda hay esporas maduras que se pegaron al insecto cuando partieron desde otros árboles infectados. 

¿A qué así explicado con tantas coincidencias suena a un proceso largo y complicado? Pues imaginaos, esta es la parte fácil, pues los dos seres protagonistas de esta infección son muy habituales.

Sigamos con nuestro pájaro carpintero, que está muy atareado haciendo el agujero. Asociados a estos nidos, durante su uso o una vez abandonados, tenemos la presencia de coleópteros (otros escarabajos que viven de la madera blanda), dípteros, hemípteros, lepidópteros y arácnidos, esto es, toda una larga lista de artrópodos que viven del sustrato orgánico procedente de la madera en proceso de pudrición y que se suceden según las fases.

También podemos encontrar seres vertebrados, como otros pájaros que se esconden aquí durante la noche, o bien diferentes especies de murciélagos que los usan como refugio durante el día. 

  En la oquedad de un árbol  

En agujeros mayores de 10 cm con entrada en forma ovalada, podemos tener a las ardillas como inquilinas. Estas pueden llevar al nido grandes cantidades de ramas, hierbas u otros materiales. El aporte de nitrógeno a partir de las heces, restos de comida o cadáveres creará un medio muy especial que dará alimento a numerosos invertebrados que también viven allí.

Además, hay que contar también con los depredadores de estos inquilinos. Por lo que podemos ver que nuestro agujero es un gran entramado de seres vivos.

  En la oquedad de un árbol   La fauna que puebla las cavidades a cierta altura y nos mira desde arriba

En cavidades no provocadas por los pájaros y situadas a una cierta altura de un árbol viejo, aparte de musgos, hongos y líquenes, también podemos encontrar pequeños ácaros, gasterópodos y colémbolos (microorganismos emparentados con los insectos que se alimentan de sustancias orgánicas en descomposición).

En el mantillo de su interior podemos tener hasta 2.500 individuos de estos seres por cada 1.000 gr de este material. También encontraremos reptiles, aves como las lechuzas, los búhos, y carnívoros como la marta y la jineta, que para parir y destetar a sus crías necesitan de estos lugares.

  Las piscinas invisibles bajo las oquedades a pie de árbol solo son aptas para unos pocos

Hay un tipo de cavidad especial y curiosa, que los técnicos llaman dendrotelmo. Son estos agujeros que nos encontramos al pie de los árboles o a más altura, con una entrada redondeada y protegida por labio grueso.

Si el agujero tiene más de 15 cm, permite la entrada de agua y como el árbol ha sellado el fondo, se convierte en una pequeña piscina natural. Se trata de un lugar especial y singular y que no se genera rápidamente, por lo que las especies que dependen de estos hábitats son bastante raras y muy vulnerables.

Solo hay en Europa 15 especies que viven gracias a estos agujeros. Como inquilinos especiales tenemos a flagelados (microorganismo a caballo entre las plantas y los animales), a rotíferos (organismos también microscópicos de carácter acuático) y a nemátodos (gusanos microscópicos).

Además, como anécdota, es el punto en que algunos anfibios pueden bañarse para humedecer su piel en caso de necesidad. 

  El universo que se extiende en el interior de las setas de los árboles

Por citar más curiosidades sobre biodiversidad os digo que en el interior de las setas permanentes, que duran años en los troncos de árboles muertos, se calcula que pueden llegar a vivir unas 600 especies de artrópodos diferentes, ¡todo un universo!

La razón es que el contenido en energía de estos medios es hasta diez veces mayor que el que se encuentra en la madera a partir de la que se alimentan estos hongos. En cambio, en las setas anuales, que enseguida se ennegrecen y caen del árbol, no da tiempo a que se desarrollen seres vivos. ¡Así que seguiremos degustándolas sin amenazar a nadie! 

  En la oquedad de un árbol   El viscoso mixomiceto, una especie de gelatina, alimento exclusivo para algunas especies

Para acabar quiero citar otros seres: los mixomicetos, con aspecto de masa viscosa, parecida a la gelatina, que a ojos vista puede parecer una especie deforme de hongo crecido sobre plantas y suelo… ¡Pues no lo es!, tampoco es una planta, ni un animal y, sin embargo, se mueve a una velocidad de varios centímetros por hora para lograr encontrar alimento a base de bacterias, algas u otros hongos.

Actualmente, se clasifican en el reino Protozoa, y se consideran amebas gigantes. Además, muchas de las especies que los consumen son estrictamente dependientes de estos seres, ¡imaginaos si son importantes!

Sabiendo los siglos o milenios que tarda en constituirse un bosque maduro, vemos la importancia de conservar y ayudar a la existencia de los bosques inalterados por nuestra gestión. Reciben el nombre de primigenios o primarios, donde no se muestran señales visibles de la actividad humana y los procesos ecológicos siguen su dinámica natural.

Un ejemplo en España lo tenemos en el hayedo de Ayllón situado entre Guadalajara y Madrid, o en el Parc Natural d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, localizado en Lleida. Son bosques viejos que hay que cuidar entre todos, en los que se pueden encontrar miles de todos estos mini universos, junto a su poco conocida y rica colección de seres dependientes para su supervivencia.

¿A qué a partir de ahora veremos las cavidades de los árboles maduros con mucho más respeto, sabiendo el universo que depende de este maravilloso y desconocido ecosistema?

 

Manel Vicente Espliguero 

Paisajista 

   

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