Consejos jardinería
El otoño ha llegado a la ciudad. Nos damos cuenta por el frescor de la mañana que entra al abrir la ventana o al caminar sobre un manto de distintos matices de ocres, rojos y amarillos o cuando oímos el pisar de las hojas caídas. Pero con la nueva estación, también llegan las lluvias y los vientos, fenómenos meteorológicos que pueden provocar caídas de ramas o incluso derribar árboles débiles de parques y jardines, con el consecuente riesgo y peligro que esto comporta para las personas y sus bienes.
Os invitamos a descubrir las causas de la debilidad de los árboles y algunas notas de cómo prevenirlas a través del
mantenimiento de jardín para evitar así posibles accidentes.
En la mayoría de los casos, somos las personas las causantes de la debilidad de los árboles.

Aunque suelen ser las causas meteorológicas, como los fuertes vientos o las lluvias torrenciales, las que derriban las ramas o los árboles de nuestros jardines y parques urbanos, estos fenómenos solamente son el punto final a un cúmulo de malas prácticas en la gestión del arbolado.
Son los árboles débiles o enfermos los que no resisten las inclemencias del tiempo.
Un árbol se debilita principalmente por tres razones:
- Mala ubicación del árbol y una errónea elección de la especie:
¿Verdad que no le auguramos una larga vida a un abeto, adaptado a la alta montaña, en los Monegros, donde se da un clima desértico? ¿Cómo creéis que soporta el eucalipto, originario de zonas secas de Australia, el riego constante y de superficie de un jardín con césped? ¿Podrá una secuoya, árbol de gran crecimiento, adaptarse al espacio que nos deja una acera de ciudad?
El árbol debe estar adaptado al suelo y al clima de la zona, por lo que es fundamental valorar y escoger la especie adecuada al territorio. Plantar un determinado árbol en un lugar equivocado implica y acarrea ya un problema de base. Uno de los indicios del error en la elección es la presencia continua de plagas y enfermedades, y es que la naturaleza, de esta forma, intenta corregir errores.
En la misma línea, el exceso de riego o la falta de agua van a afectar al árbol en su crecimiento y en su estabilidad futura. Es necesario
conocer qué necesidades va a tener el árbol que elijamos para nuestro jardín y si vamos a poder cuidarlo durante toda su existencia. Parece fácil asegurar suficiente agua para un árbol pequeño y joven, pero ¿Tendremos suficiente para cuando se haga adulto? Podríamos hacer un paralelismo con el momento de decidir comprar un cachorro de perro: antes de traerlo a casa tenemos que prever cuánto va a aumentar su tamaño, cuál es la raza que encaja con nuestro estilo de vida y comprometernos a cuidarle y mimarle toda la vida.
- Exceso de poda o podas mal hechas:
Es importante tener en cuenta el tamaño de la especie,
ya que lo ideal sería plantar un árbol que no necesite ser podado. En la mayoría de los casos la poda se emplea para adaptar el árbol al espacio que le concedemos o con finalidades de mejora productiva. En su hábitat natural, los árboles no necesitan ser podados para crecer y desarrollarse perfectamente. Los árboles llevan millones de años viviendo en la Tierra sin la ayuda del hombre, esto incluye también a los frutales.
En la ciudad, los jardines y calles son espacios reducidos y en cierta medida artificiosos para los árboles. Se les pide un desarrollo en un medio difícil y por ello necesitan más cuidados.

En nuestros jardines o en el espacio limitado de las calles de nuestra ciudad, los árboles de gran tamaño necesitarán ser podados. En este caso, es imprescindible contar con buenos profesionales, pues una mala poda o una poda excesiva es a medio o lago plazo, un riesgo para las personas y sus bienes.
Veamos unos cuantos ejemplos de los
efectos de una poda incorrecta:
- Si cortamos muchas ramas bajas de un árbol, las fuerzas a las que se somete a éste se concentran en la parte alta, con lo que se altera su natural reparto, incidiendo de manera más intensa y anómala en determinados puntos. Es aquí donde la resistencia del material pierde ventaja respecto de las tensiones y los árboles son más inestables y, por tanto, más cercanos a la rotura ante el empuje del aire.
- Dejar la copa demasiado densa es también peligroso, ya que el aire no puede pasar a través del árbol y opone más resistencia al viento. En los pinos, por ejemplo, la lluvia provoca que se formen bolas de pinaza, una especie de maraña que no deja pasar el aire. Las fuerzas de balanceo al funcionar como un sólido, se trasmiten a la base y las raíces sufren mucho más las tensiones originadas.
- Una mala poda, o en una estación incorrecta, deja el árbol expuesto a la invasión de insectos y a la aparición de hongos. Cuanto más grandes sean las heridas, más grave es este riesgo. Las esporas de hongos que viven de la madera están en el ambiente, pero para penetrar en el árbol necesitan heridas y unas temperaturas y humedad adecuadas. Si cuando se realiza la poda, éste se encuentra en un periodo de mayor protección, como por ejemplo en invierno, los hongos lo tendrán más difícil y cuando lleguen sus esporas en épocas más templadas y húmedas el árbol se habrá preparado para que no le afecten. Los hongos xilófagos son muy peligrosos, porque provocan el debilitamiento de la madera y el deterioro de la estructura y resistencia del árbol, que se vuelve más débil a los fenómenos meteorológicos.
Cómo observar si nuestros árboles necesitan una poda fitosanitaria o de seguridad.
Si no somos expertos, no es sencillo, así que lo mejor es que un técnico especialista arboricultor venga a visitar el jardín o el espacio exterior.
Por ello recomendamos que ponerse en manos de un experto si observamos que en el árbol hay ramas secas, se caen algunas o están agrietadas. No es recomendable tener ramas que se crucen o ramas con poco futuro. Es bueno consultar acerca de árboles inclinados, que presentan torsiones en el tronco, que tengan heridas antiguas, nudos o deformaciones extrañas.
Nuestro consejo sostenible: naturalizar un árbol

Desde
greenline gardens recomendamos plantar la especie adecuada al entorno natural en el que se le va a ubicar y gestionar el árbol para conseguir que por sí solo adquiera estabilidad, esto es, que sea sostenible. Hay que cuidarlo y mantenerlo para que alcance su porte y tamaño natural mediante intervenciones no artificiales, siempre a favor de su naturaleza, sin sobrealimentarlo o sin oponernos a sus necesidades, procurando que sea un árbol sano y no necesite actuaciones constantes de pesticidas o químicos.
Y ante un árbol que necesita ser podado, recomendamos actuaciones razonables y técnicas, teniendo en cuenta la historia del árbol, la especie, sus reacciones, su estado fitosanitario, el entorno en el que se encuentra y la seguridad de las personas. Los criterios de podas suaves y de mínima intervención van en la línea de naturalizar los árboles y de recuperar sus propios recursos hacia una jardinería mucho más sostenible y segura. Una filosofía que busca potenciar y crear
un medio natural en el que pájaros, insectos y vegetación están conectados en una óptima relación ecológica, actuando en favor de la naturaleza y las personas.
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Buenos dias, aqui en Viedma Rio Negro se podo eucaliptus de 35 mts de altura le sacaron el 40 por cien de su volumen y casi lo dejaron sin hojas, esto es muy perjudicial para el arbol, quiciera saber que opinan, para mi,
se tendrian q haber sacado totalmente de raiz, estan en una avenida, gracias.