No hace mucho me invitaron a participar en un proyecto piloto diseñado desde el Centro Nacional del Consejo Europeo de Capacidades Forestales y Ambientales.
Mi papel era, junto a técnicos y técnicas forestales y medioambientales, dar nuestra opinión sobre la experiencia de un paseo por un bosque preparado por unas guías profesionales en salud física y mental.
Era una actividad que iba más allá de los baños de bosque (‘Shinrin Yoku’) que ahora se están poniendo muy de moda.
Acompasando tu ritmo vital con el de la naturalezaUno de los momentos que más me atrapó fue cuando me quedé solo, ni a derecha ni a izquierda podía ver ni oír a nadie del grupo. Ninguno de nosotros podía llevar reloj ni móvil, así que me quedé, por primera vez en mucho tiempo, sin referencias de tiempo y de espacio…
Sin ellas, había que afinar los sentidos y conseguir acompasarte con el ritmo del bosque, de sus árboles, de sus habitantes, de sus elementos inorgánicos… Os aseguro que, desconectando de las preocupaciones, despejando la mente y entregándote al ritmo de la naturaleza, la respiración se ralentiza y los sentidos se expanden…
Después del rato en el que te concentras en identificar los numerosos colores, formas, olores y otras sensaciones que recibes, acabas siendo parte de todo lo que te rodea. ¡Se llega incluso a oír el crepitar de la corteza de los árboles cuando se mueven o crecen!
Dejando atrás barreras que ponemos a recursos naturales necesarios para nuestro equilibrioEn la vida cotidiana de producción frenética, de prisas y estrés, de objetivos y resultados inmediatos, de globalidad, pienso que, para sobrevivir, nos centramos en lo más urgente o en lo que más nos atenaza, y descuidamos el descanso, la alimentación y las relaciones personales.
Nos cerramos o aislamos de muchos factores externos que consideramos distracciones, o superfluos, e incluso anulamos parte de nuestros sentidos, perdiendo elementos importantes para nuestro crecimiento personal y para nuestra salud física, ya que ponemos barreras a recursos de la naturaleza que son necesarios para nuestro equilibrio y paz interior.
¿Es posible definir y mapear la calma ambiental? El tranquility mappingEstos recursos de los que os hablo comenzaron a recogerse por Simon Rendel, d’ASH Consulting. En 1997 fue el primero en plantear la innovadora idea de cartografiar la tranquilidad para un estudio del Departamento de Transporte del gobierno británico.
Se quería valorar los efectos acústicos contaminantes de un nuevo corredor de transporte en los condados de Herefordshire y Bedfordshire, en el norte de Londres. El objetivo era que la carretera que iba a crearse no destruyera los valores que más puntuaban los moradores de esos espacios.
La calma ambiental era un valor de calidad de vida., y por ello, quería definirse cuáles eran las áreas tranquilas para no destruirlas. Y quedo así: son ‘lugares suficientemente apartados de intrusiones visuales o acústicas, generadas por el desarrollo urbano o el tráfico’. Fue el inicio de los ‘Tranquillity Mapping’.
Más tarde, y con participación popular, la tranquilidad se definió como la posibilidad de sentirse inmerso en la naturaleza y de experimentar el paisaje, pudiendo oír sonidos naturales, como el canto de los pájaros, el viento entre las hojas, el batir de las olas del mar o el sonido del agua en ríos y cascadas.
Las vistas, los horizontes abiertos, o poder ver fauna y flora, también eran elementos que contribuían a este valor.
Entre otras cosas, también se concluyó que la tranquilidad se valora según un marco de referencia personal, del propio sentido del ritmo o seguridad.
Así, el concepto de tranquilidad de un lugar es diferente si la persona que lo observa o experimenta proviene de ciudad o del medio rural. La tranquilidad ambiental, por tanto, es un concepto relativo, pero que todos necesitamos.
El papel principal del oído en la calma mental y física y el mapa sonoro de los bosquesSe encontró que el sentido del oído, por su capacidad evocadora, era una buena puerta para experimentar la tranquilidad y por ello, un factor determinante para nuestra salud personal, que ayuda a recuperar el equilibrio interior y proporciona una sensación de bienestar, de calma mental y física.
La percepción de los sonidos de la naturaleza sin otras referencias, incluso lejos de otras personas, nos recarga de armonía y de energía positiva.
Durante el periodo más crítico de la pandemia, la empresa Wild Rumpus, organizadora del Timber Festival de cada año, ideó una experiencia sensorial que potencialmente se pudiera compartir en todo el mundo.
Buscaban ‘algo que pudiera crear conexiones emocionales entre las personas y la naturaleza’. De aquí surgió la idea del mapa sonoro de los bosques del mundo: ‘The Sounds of the Forest’.
Es un mapamundi interactivo en el que, a través de su plataforma, puedes compartir con cualquier persona del mundo los sonidos ambientales de tus bosques o espacios naturales preferidos.
¿Cómo suena el bosque de Drácula o la selva del Amazonas? ¿Cuál es el sonido al desplomarse un iceberg en Groenlandia?Es interesante observar que cada bosque tiene sus propios sonidos. Es muy diferente un bosque en Ibiza de uno en los Estados Unidos, porque como se puede comprobar, ni el viento, ni los animales, ni los ríos, ni siquiera el rumor de las hojas, suenan igual.
Cuando conocí esta iniciativa quise saber cómo sonaban los bosques de Nottingham. Hay dos grabaciones de pocos minutos, una hecha desde Bestwood Country Park y la otra realizada en Burntstump Country Park, que nos acercan a través del oído a experimentar y evocar los míticos bosques de Sherwood de Robin Hood.
Os animo a entrar en esta plataforma y disfrutar de este mapa sonoro. Hay joyas auténticas con cantos de pájaros o de insectos, como son las grabaciones recogidas en los bosques de Eger, en Hungría, o en la famosa Transilvania de Rumanía.
También debo señalar los sonidos procedentes de la Isla de Hyphocus en Vancouver, o el sonido de cómo en junio se deshace el hielo y aparecen los arroyos en las montañas de Alberta, en Canadá. Otras grabaciones memorables son las de los pájaros de la isla Enderby, en las Auckland de Nueva Zelanda, ¡cantos rarísimos para un europeo!
Otras sorpresas maravillosas las producen los sonidos de la Reserva Nacional de Maasai Mara, en Kenia, o las audiciones de las intrincadas selvas de Belice, y por supuesto, para mí, el premio se lo lleva la densísima banda sonora de la selva del Amazonas.
Varias opciones para iniciarte en el reconocimiento acústico y relajarte inmediatamente…En el plano nacional, dos biólogos, Eloisa Matheu y Francesc Llimona, crearon hace años un sello discográfico denominado ‘Alosa, sonidos de la Naturaleza’ y comenzaron a publicar guías sonoras de aves, anfibios, mamíferos, insectos, ecosistemas…
Estas grabaciones se pueden bajar a través de las redes pagando lo que corresponde, y sirven para iniciarnos en estas habilidades de reconocimiento acústico y también como oportunidades de relajación.
Más recientemente, en el 2021, Carlos de Hita, escritor y uno de los mayores expertos en paisaje sonoro de nuestro país, publicó desde Anaya Touring un maravilloso libro que nos permite escuchar los bosques de España.
Se titula ‘El sonido de la naturaleza’ y es una publicación escrita – sonora que compila el calendario sonoro de los paisajes de España, donde nos abrimos a la belleza y a la diversidad de los mensajes auditivos que se producen en nuestros bosques, ríos y campos a diferentes horas del día y a lo largo de las cuatro estaciones.
Conectarse a estos mapas sonoros a través de los códigos ‘QR’ de la publicación es una práctica pedagógica y a la vez una actividad de salud mental y física.
Identificar lugares y espacios de alto valor sonoro, entender su importancia y protegerlos, es una herramienta más para luchar contra la degradación de la naturaleza y la pérdida de riqueza ecológica. Necesitamos conservar y potenciar este gran recurso que mejora nuestra salud mental y física, tanto como personas como sociedad.
Manel Vicente Espliguero
Paisajista