Pólenes, polinización y alergias

Pólenes, polinización y alergias

Ya lo debéis estar notando: estamos en pleno periodo de alergias. Y seguramente este año lo habéis sentido antes de lo habitual. Ello se debe a que muchas especies vegetales han avanzado sus brotaciones y su periodo de floración. Esta primavera que estamos teniendo, seca a falta de lluvias, ayudará a muchos a hacer más leve lo que se llamó la ‘fiebre del heno’.

En este artículo quiero aprovechar para hablar de pólenes y de polinización. ¡Una cuestión apasionante!

Nombres propios: Christian Konrad Sprengel y Charles Darwin

El primer científico en publicar sus estudios e investigaciones sobre este tema fue Christian Konrad Sprengel. En 1793 presentó su obra ‘El secreto de la naturaleza revelado en la estructura y polinización de las flores’. En su momento, sus contemporáneos consideraron una obscenidad que las bellas y delicadas flores estuvieran implicadas en los procesos sexuales de las plantas. Como fue uno de los primeros que escribió sobre selección y evolución, su trabajo tuvo muy poca resonancia. C.K. Sprengel abordó el papel de los insectos polinizadores y su colaboración para lo que entendemos como polinización entomófila.

Casi 70 años después, Charles Darwin publicaría su obra sobre la fecundación de las orquídeas por insectos y los beneficios que la polinización cruzada aporta a la naturaleza. Fue a partir de entonces que las investigaciones de Konrad comenzaron a valorarse en su justa medida. ¡Qué difícil es abrir camino!

Ciencias asociadas a la temática de la polinización: Palinología y Paleopalinología

Antes de meternos en materia sobre pólenes y polinización quiero citar dos ciencias relacionadas con estos temas: la Palinología, que se dedica al estudio de las características físicas de los granos de polen, investigando sus dimensiones, forma, simetrías, aperturas, contornos…

Esta ciencia ha abierto la puerta a la Paleopalinología, ciencia dedicada a descubrir cómo era la vegetación en un determinado lugar en épocas remotas, también su evolución o extinción a partir de fósiles y sedimentos de polen localizados en horizontes geológicos antiguos. Esto es posible gracias a que la envoltura de los granos de polen es muy resistente a la putrefacción.

La resistencia a la putrefacción de un grano de polen lo convierte en una importante prueba

No es de extrañar que en muchos países se utilice el polen en la aportación de pruebas para investigaciones delictivas y criminales.

En este campo tenemos a la bióloga Marzia Boi que es Doctora en Biología por la Universidad de las Islas Baleares y profesora de un Máster Internacional de Ciencias Forenses impartido en Córdoba. El polen se adhiere muy bien al cabello, la piel, la ropa o el calzado.

Rosa Porcell, en su reciente libro de divulgación ‘Eso no estaba en mi libro de Botánica’, cuenta que en una camiseta de algodón, después de varios lavados, todavía había polen.

Marzia Boi es conocida también por sus descubrimientos sobre el sudario que se conserva en Turín, el que se defiende cómo la ‘Sábana Santa’. Ella ha concluido que los pólenes dominantes que se pueden encontrar en el sudario revelan un ritual funerario del área de Oriente Medio de hace unos 2.000 años. Entre los pólenes mayoritarios está el que pertenece a Helichrysum spp, una planta utilizada en la composición de los aceites funerarios de la antigüedad por sus propiedades repelentes de insectos y antifúngicas.

Descubriendo las partes del polen

Ahora vamos con el polen. Cada grano tiene dos células diferenciadas, una vegetativa que ocupa la mayor parte del corpúsculo y que está encargada de crecer para desarrollar el tubo polínico y acercarse al óvulo. Tema que tiene su mérito, pues llegar a entrar en el aparato femenino no es fácil, así que las plantas saben seleccionar muy bien a quién deben recibir y a quién no. La segunda es la célula generativa que, llegado el momento, originará los gametos masculinos encargados de la fecundación.

La capa externa del grano de polen se llama exina y está diseñada para facilitar su dispersión, según el medio por el que se transporte, hasta la parte femenina de las flores de su misma especie. Aquí es donde la naturaleza ha desplegado todo un maravilloso mundo de posibilidades y adaptaciones.

El viaje del polen para crear una nueva planta

Hay partículas de polen que serán transportadas por el viento (polinización anemófila). Por ello, en su cubierta exterior tienen flotadores para mantenerse mucho más tiempo en el aire y llegar más lejos.

Otras especies para viajar usarán a los insectos en la llamada polinización entomófila adhiriéndose fácilmente a sus cuerpos. Es curioso saber que en este sentido las plantas más primitivas optaron por los escarabajos, pues estos insectos ya estaban bien presentes en el Cretácico mucho antes de la gran explosión evolutiva de los himenópteros, orden al que pertenecen las abejas, y la de los lepidópteros, grupo al que pertenecen las mariposas. Por ello, sabemos que las plantas polinizadas por toda esta segunda tipología de insectos aparecieron más tarde sobre la Tierra.

Al medio de transporte del polen entre la parte masculina de la flor y la parte femenina se le conoce como vector. Aquí aprovecho para señalar que las plantas pueden tener estas dos partes sexuadas en la misma flor, siendo así el transporte más sencillo, pero esto puede complicarse, pues por cuestiones evolutivas hay plantas que se obligan a que la fecundación sea entre flores diferentes, o que sea entre flores de plantas diferentes, o que estemos delante de especies que tengan los sexos separados en pies diferentes.

Podemos intuir que hay sistemas de transporte más generales y menos eficaces y que también hay otros más selectivos y definitivos. Esto se traduce en una mayor o menor producción de polen por óvulo y en una mayor o menor eficacia en la polinización. Entendemos, por consiguiente, que utilizar el viento o el agua para polinizar tiene un riesgo alto de no llegar a buen puerto.

Más o menos granitos de polen en función de la facilidad de polinización

Todos hemos comprobado cómo los cipreses y otras coníferas a finales de invierno o principios de primavera dejan ir una intensa neblina amarillenta de millones y millones de granos de polen. Para aportaros más datos de referencia, el avellano asegura su fecundación produciendo más de dos millones de granos de polen por cada óvulo, pues se lo juega todo al viento. El haya apuesta en el mismo medio con más de medio millón por cada primordio seminal. Los tilos, al utilizar a los insectos, pueden producir menos polen y lo hacen con menos de 50.000 granos por óvulo.

Entre los casos extremos de especialización y eficacia donde solo una determinada especie poliniza a nuestras plantas, tenemos a las higueras y las orquídeas. Las primeras necesitan de la pequeña avispa Blastophaga psenes que entra en los futuros higos para poner allí sus huevos. Eclosionados estos, desarrolladas las larvas y maduradas las pupas, los machos adultos que no pueden escapar del futuro higo acaban por fecundar a las hembras que siempre aparecen después y coordinadas con el polen de las higueras. Serán estas avispas hembras las que al salir del futuro higo transportarán el polen a otras flores de esta especie.

Algunas relaciones fascinantes entre las plantas con avispas, colibríes, murciélagos o marsupiales

Las orquídeas han establecido una relación fascinante con sus vectores polinizadores, tan singular que se considera una manera de parasitismo de la planta respecto del insecto. Muchas especies del género Ophrys tienen flores con un sépalo (hoja del cáliz) transformado que copia las formas, colores, olores y hasta la distribución del vello de la hembra del insecto. Linneo catalogó como Ophrys insectifera la orquídea cuyas flores simulan las hembras de una especie muy determinada de avispas: Gorytes mystaceus y Gorytes campestris. Solo los machos de estas especies, que acuden intentando realizar la cópula con nuestro sépalo, son los que activan la flor y se impregnan del polen de las orquídeas, transportándolo así entre flores de diferentes plantas fecundando esta especie.

Los colibríes han desarrollado unos picos largos y estrechos para poder acceder al néctar de las flores a las que, de esta manera, fecundarán. Ellos trabajan para algunas orquídeas, bromelias, salvias y fucsias. Estas plantas tienen inflorescencias de colores vivos y en muchas ocasiones los pétalos están soldados y presentan unas estructuras tubulares para evitar otros visitantes indeseados. Se habla de polinización ornitófila y en este caso se benefician las dos especies en una simbiosis mutualista. Otros ejemplos de asociaciones de este estilo son los murciélagos y los baobabs o los marsupiales con los eucaliptos, las acacias y las grevilleas.

La importancia del polen para nuestro futuro y la amenaza del cambio climático

Es interesante saber algo más del polen y, pensando en aquellos que sois más alérgicos, ahora ya sabéis por qué muchas plantas necesitan producir enormes cantidades de este corpúsculo y llenar el ambiente con él, pues les va la vida en ello.

Entendemos que otras plantas con polinización más especializada en unas circunstancias de desacople entre la maduración de sus órganos reproductivos y el de las especies de animales que las fecundan, podría ser fatal.

La contaminación atmosférica, los procesos de extinción de ciertas especies de animales causadas por diferentes factores y, entre ellos, por la presión humana o por anomalías en las condiciones climáticas actuales, podrían llevar a la desaparición de muchas especies vegetales, que a su vez repercutirían en la desaparición de otras especies con las que estarían relacionadas.

Seamos conscientes de la relación tan estrecha que tenemos con la naturaleza y de cuánto nos afecta que sigamos incidiendo negativamente en un equilibrio cada vez más frágil.

Manel Vicente Espliguero
Paisajista

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